PATIOS DIVERSOS

Como parte de nuestro mes ambiental, una de las miembras de la colectiva nos escribe y alienta a ser parte del cambio que queremos ver.


Ya el sol se asomaba por toda la casa, mientras Damián llama enérgicamente señalando el huerto del frente.

- ¡Mirá mirá! ¡el colibrí!

Entre tanto, el pequeño animal junto a unas mariposas, se alimentaban de las flores de la salvia piña. Jugamos a contar cuántos visitantes frecuentaban al pequeño huerto. Unos diez pudieron ser, Damián cuenta que quinientos mil millones, tal vez él a sus siete años, tenga mejor vista que yo.

un colibri entre las hojas de un arbol

(Pequeño encuentro del colibrí visitante)

Me quedo pensando la cantidad de animales e insectos que han ido llegando a nuestra casa desde que sembramos plantas comestibles y medicinales. La cantidad de diferentes colores y sabores nuevos que existen diariamente en este pequeño patio. Si buscamos un término para agrupar tal evento del patio, podríamos encontrar sobre la biodiversidad, en el que según Fundación Biodiversidad, proviene de bio- (del griego “bios”; que significa vida) y diversidad (del latín “diversitas”; que proviene de variedad).

Biodiversidad que se ha ido disminuyendo por grandes corporaciones; donde la agricultura industrial ha producido una devastación ambiental a una escala monumental. La FAO (Organización Internacional para la Agricultura y la Alimentación) reconoce que entre los años 1900 y 2000 se perdió (se destruyó) el 75% de la diversidad agrícola. (Según el Atlas del agronegocio transgénico en el Cono Sur)

Y que para aportar y recuperar a esta biodiversidad, pensamos y soñamos muchas veces con tener estas tierras en medio de la montaña, donde nos acompaña un río, animales y agroecología por doquier. Aunque nuestra realidad, se encuentra muchas veces dentro de otro contexto, la urbanidad. Espacios que para el año 2030 se prevé que se tripliquen, según esta guía para mejorar la biodiversidad en la huerta urbana. Aunque claro, que esto no signifique que desde las ciudades de concreto no podemos realizar transformaciones de nuestros espacios.

Pero, ¿cómo podemos ir revirtiendo este daño a grandísima escala? ¿cómo contrarrestamos el daño que los monocultivos por ejemplo, de piña, realizan en nuestro país? Existen diversos colectivos y personas que diariamente luchan desde sus trincheras, que claro, podemos unirnos y deberíamos. Y ¿desde nuestros hogares?

Quisiera que hagamos un pequeño ejercicio, pensemos en un monocultivo o en esas siembras extensivas de kilómetros. ¿cuántas plantas diferentes se encuentran conviviendo en ese entorno? ¿Cuántos insectos? ¿Cuántas familias sin problemas de salud?

Ahora, pensemos en nuestro patio, o espacio de macetas, contemos ¿cuántas plantas o insectos se encuentran ahí? Pensemos en cuántas veces nos hemos sentido con estrés o tristes y nuestras plantas nos han acompañado.

patio frente a casa, grandes girasoles crecen

(El patio en una mañana soleada.)

Y ahora ¿cuál espacio de estos dos, se encontrará con mayor biodiversidad o alegría, medicina o amor?

Si la respuesta fue “mi patio”, estamos aportando aún más de lo que pensábamos a nuestro medio ambiente. A veces pensamos y decimos que estos pequeños cambios no son trascendentales para el entorno, pero debemos empezar por algo, e irnos moviendo, ojalá en colectivo.

Si la respuesta no fue el patio, tal vez habría que dar una vuelta por el barrio, en busca de matitas para pedir a vecinas y vecinos, o visitar un vivero que tenga plantas que nos agraden.

Para seguir aportando desde nuestros hogares acá hay varias ideas que hemos implementado:

  • Una compostera casera, que puede ser hasta un hueco en el patio.
  • Variedad de plantas, desde medicinales, hasta comestibles. (aunque todas son medicina en sí)
  • Compartir e intercambiar nuestras plantas.
  • Compartir nuestros saberes con la vecina, el vecino, hasta en nuestras redes sociales; en una época donde nos quieren egoístas, la revolución está en el compartir también.
  • Buscar espacios hasta fuera de nuestros hogares, en lotes o espacios que no son usados, y unirse con otras personas para sembrar en ellos. Estas son solo algunas opciones, que puede no necesiten de algún monto de dinero para realizarlas, y nos traen muchos beneficios como:
  • Abono casero para nuestras plantas sin necesidad de comprarlo.
  • Medicina libre de venenos y de fácil acceso.
  • Crece nuestra biodiversidad del hogar y el planeta.
  • Conocemos y compartimos más con vecinas y vecinos del barrio.
  • Creamos colectividad y trabajo en equipo.
  • ¡Soberanía alimentaria!

A veces soñamos con tener tierras, con cultivos hermosos, que aporten nuestro sustento y también para insectos y animales que conviven en nuestro entorno. Pero mientras tanto, salgamos al patio, agradeciendo cada planta en la tierra, a cada maceta, a cada semilla que se encuentran en nuestros pequeños espacios. Que brindan hogar, alimento, y medicina a todas las personas, animales e insectos que disfrutan y conviven con ellas.


Daniela Meza

foto autora

Agroecóloga y Ed. No formal. (con mucha música de por medio)